Foto/proantioquia.org.co
Según cifras del Banco Mundial, en el 2050 se necesitará producir por lo menos 50 por ciento más de los alimentos que se generan hoy. A la vez, el cambio climático, la deforestación y las malas prácticas disminuyen el área de uso agrícola en el planeta.
Típicamente, la agricultura se desarrolla en muchos países en entornos usualmente pobres, en economías de supervivencia, con institucionalidad y formalidad precarias. En estos contextos es donde menos se ha invertido en investigación y desarrollo, lo que ha minado el potencial de productividad del campo. Colombia no es la excepción. Pero hay grandes posibilidades para iniciar una transformación que supere el rezago y, que desde la inversión y el conocimiento, reposicione el agro como opción de progreso y oportunidad laboral.
Por un lado, en el mundo hay un creciente interés de actores, que nunca han estado relacionados con lo rural, de invertir en el desarrollo de la agricultura. Cada vez más actores, desde fondos de inversión de impacto hasta sectores de tecnología e innovación, están desarrollando técnicas y metodologías que buscan cerrar la brecha de productividad del agro y el buen uso de los recursos naturales. ¿Reconocen en la Fundación Bill y Melinda Gates, dicha tendencia?
Por otro, desde la perspectiva de los consumidores nos enfrentamos a una oportunidad enorme. Hoy, las nuevas generaciones de consumidores buscan adquirir más experiencias que productos. Cada vez están más involucrados en la configuración del servicio y requieren activamente información que les interesa sobre el entorno de los productos. De acuerdo a un reciente estudio de la firma Nielsen, estos consumidores tienen un compromiso social y ambiental mucho más marcado. Esta tendencia denota consumidores preocupados por contribuir al desarrollo. Hoy, hay un mayor interés por preferir productos que cuenten historias, representen la lucha por causas sociales, promuevan el desarrollo sostenible y oportunidades para los más necesitados.
Otro dato optimista: parece percibirse una intención de los jóvenes por retornar al campo o complementar sus actividades productivas con actividades agrícolas. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el número de agricultores de entre 25 y 34 años aumentó 2,2 por ciento entre el 2007 y el 2012. Esto es muy positivo, pues sabemos que la tendencia ha sido la contraria. Algunos indicios denotan muchos de los nuevos emprendimientos en nuestro país.
La combinación de estos factores, sumados a las oportunidades de contexto y territorio que ofrece un país como Colombia, son la mezcla perfecta para revolucionar el agro y el campo. Atraer, crear, diseñar y difundir nuevas tecnologías que cierren las brechas de productividad, promover nuevos flujos de capitales que incidan en la competitividad y aumentar las perspectivas para que nuevas generaciones quieran incursionar en el agro como proyecto de vida, deben ser apuestas decididas de nuestra región. La Universidad Eafit da un ejemplo reciente en este sentido, al crear el programa de Ingeniería Agrícola Digital y promover proyectos de investigación en el tema, como el de oleaginosas en el Bajo Cauca.
Necesitamos muchas iniciativas, alianzas público- privadas, que se proyecten como plataformas que no solo acojan, sino potencien recursos de inversión y conocimiento, para que miles de nuevas historias de inclusión productiva y social tomen vuelo en nuestro país, desde la ruralidad.
*Tomado de: http://www.portafolio.co/opinion/otros-columnistas-1/rafael-aubad-l-rejuvenecer-el-agro-515835